martes, 13 de marzo de 2012

LA ANTÁRTIDA DE LOS DÍAS


Entre desordenes y desdenes,
bajo el yugo amable
de una vida milimetrada
limítrofe con la locura,
caminaba por la esquiva noche.
Hermético en lo ético y lo banal,
aborrecía el contacto físico,
sin posibilidad de amar.
Sucede, que sus hojas se marchitaron
en la Antártida de los días.

1 comentario:

tsb dijo...

"Si lo que busca es no soñar que compre pastillas para no dormir", me recordó a Sabina este buen poema.

Me gusta lo que leo por aquí Nico. Te añado a marcadores para continuar leyéndote.

Abrazo amigo.