SUSAN
Se apagaron todas las luces
y la noche fue viento y silencio.
Tu recorrías las calles
en busca de sórdidos clientes.
Sedientos y solos
locos y violentos.
A tus veinticuatro,
todas las puertas de salida
cerraron por dentro
y tu, quedaste en la calle
con hormigón por almohada.
Tu cara de porcelana
se transformó en cieno.
Poco a poco, te fuiste consumiendo.
Desde mi ventana,
me sentí cómplice del genocidio.
Otros, escondidos entre visillos
destilaban risas de hedor nauseabundo
Se apagaron todas tus luces
y la noche fue viento y silencio.
1 comentario:
todos somos complices
Pero algunas, y conozco alguna, lo eligen y también tienen derecho ha hacerlo y a cotizar a la SS etc
Pero no están en la calle claro, ni obligadas, ni secuestradas
Hay que poner un limite y regular a los trabajadores y trabajadoras del sexo
Saludos desde la fria pero todavía no nevada Jaca,
Pili Amparo
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